Stuart, Nueva Zelanda

En cualquier situación normal, subirse a un avión y viajar al otro lado del mundo sería algo que te pasarías meses pensando, pero mi decisión se hizo fácil cuando conocí a Alina. Hablamos todos los días durante unos meses y cuando pensé en subirme a un avión fue una decisión tan fácil. Tenía que verla cara a cara, quería verla sonreír y oírla reír. El viaje transcurrió sin contratiempos y volveré el mes que viene.

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